9-6

- Suena el celular: ¿Puedes entrar mañana de 9 a 6? –Pregunta mi jefa-

(Alejo el celular, hago mil muecas y digo mil maldiciones en tiempo express)
-Ok no hay problema, yo voy.

Quien me conozca sabe que recién volví orgullosamente a las filas de los honrosos ciudadanos de mi país que ganan su dinero con todo el sudor de su frente –y algunas otras partes más-. Esto me deja poco tiempo libre para cultivar u obtener a lo que yo le digo “mis musas” que no son otra cosa, que las ideas locas que llegan (o llegaban) a mí tan inesperadas y fortuitas como se iban, y de las que nacen mis escritos o cualquier otra creación WannaBe.
Así que en uno de mis odiados turnos de 9 a 6 pensaba en que escribir o al menos como organizarme para no dejar morir mi “Blog”, y oportunamente… me llegó un cliente, rápidamente empiezo con mi rutina de venta, la termino y vuelvo a tener tiempo para pensar, no se me ocurrió nada mejor que el tema del trabajo, así que de eso escribiré hoy, el trabajo como valor.
Hace un tiempo hablaba con mi mamá –una mujer que trabaja como desde los 16 años- de éste mismo tema, nada mas por ver su reacción, le decía que no quería trabajar, que el trabajo no era para mí, que yo sólo quería viajar y estudiar por siempre, y que si alguna vez decidiera trabajar sería por una cosa que realmente me gustara y estuviera a mi “nivel” (jajajajaja hubieran visto su cara) e intentaba convencerla de lo que había discutido antes en una clase, requisito de mi licenciatura, que se llama “Moral Social” donde decía la profesora decía, que el trabajo como valor, era producto de la ética Calvinista, base del protestantismo de Lutero que de igual forma está muy ligado a la raíz del Capitalismo, donde lo material adquiere mayor importancia en comparación con otras éticas religiosas. Además de la visión del ocio (por parte del capitalismo) como algo perjudicial, nocivo y de poco agrado, esto está tan fuerte en la sociedad, que me atrevo a asegurar, que si le preguntamos a casi cualquier mujer, que cuál característica no física le gustaría que tuviera su pareja, contestaría que fuera trabajador; no las culpo créanme, yo igual y en su caso diría lo mismo si me aventurara a casarme o establecerme con un hombre, pero de eso se trata esto, de cómo se considera en general, al trabajo como un valor.
Los griegos por su lado tenían otra visión del ocio, visión que comparto en cierto punto, y es la del ocio productivo, que es tener tiempo de paz, sin preocupaciones laborales que les impidieran analizar y pensar, aunque esto también era un oficio. De ahí surgieron grandes pensadores y genios que aún hoy son admirados.
Entonces comparto ideas de ésta visión, mientras no trabajaba por ejemplo y tenía tiempo de relajarme y sentarme solo a pensar, organizaba de forma más clara mis pensamientos y tenía ideas excelentes y sobre todo tiempo para realizarlas. Ahora sigo teniendo ideas geniales, pero con mucho menos tiempo para llevarlas a cabo.

Le explique todo eso a mi mamá, y le dije: ¡Yo quiero ser como esos griegos! Ella sólo me miró con esa mirada que conozco bien pero que no se explicar y me dice: ¿Tanta bobería aprendiste en esa clase? xD

Y claro está, aunque comparta esa parte con mis amiguitos los griegos, reconozco que es otra realidad la que vivo, que aunque estoy consciente de ambas visiones, y sabiendo que formo parte y que alimento al animal del consumismo y capitalismo, a veces aplastante, noto la alegría en la vocecita y los ojos de mi mamá al contar que estoy trabajando y las llamadas y sermones del medio millón de tías diciéndome que por lo menos “me estoy ganando mi dinerito” ( aunque ya he tenido otros trabajos conste).

Y que esas odiosas llamadas para preguntarme si puedo hacer el odiado 9-6, que no me deja desvelarme la noche anterior porque entro temprano el próximo día y que me deja muerta al final de la jornada, las irritantes e interminables llamadas del “Jefe Grande” (y no es un jefe indio) para ver si hice mis ventas, los berrinches y groserías de los clientes y los compañeros de trabajo irresponsables y retrasados, son parte de un fin que tengo trazado y no mi expectativa de trabajo permanente.


Aún así y con todo eso, añorando una vida de “griega ociosa” pero con una realidad de capitalista protestante, me despido, pues no debo desvelarme porque mañana tengo un 9-6.