6 jul 2008

En la Santiagoaventura de hoy...





Con la barriga llena, (una linda piscina, una gigante familia) y el corazón contento, es mucho más fácil bloggear las “Santiagoaventuras” de éste Julio que pinta y va, mucho mejor que el del año anterior, eso de seguro.
Como sabrán, desde mis ojos nada es común, nada es normal; y si esto incluye a mi familia, Los Santiago, la mafia, “Los S12”; normalidad y rutina es lo menos que se espera...


5 de Julio de 2008




en la aerolínea) la hora de salida de nuestro vuelo era: 7:15p.m. Una persona normal, coherente y en sus cinco sentidos, seguramente llegaría al aeropuerto a un tiempo razonable para satisfacer la burocracia y otras estupideces que normalmente disfrazan de seguridad en los aeropuertos… esos actos “coherentes” ¡NO existen en mi familia! NO, cuando tienes como padre a un exmilitar con extrema fijación por la puntualidad y las normas. A las 4:35p.m. ya habíamos cumplido con nuestro deber ciudadano y cortés de saltar de una en una estación de seguridad, registro e inscripción. Paseamos los pasillos del aeropuerto, criticamos las estúpidas modas de gringos vacacionistas, las respectivas visitas al baño, en fin, el montón de cosas es que se entretuvieron mi hermana y mi mamá, mientras yo navegaba la diabólica red.

Ya dentro del ave mecánica y con un cielo ridículamente hermoso, no quedaba mucho por hacer y demasiado que pensar; así que saqué mi cámara, mi iPod, mi libro, mi cartera (no muy pequeña) y una pseudo tranquilidad que engañaba a cualquiera; todo esto sobre una mesita tan frágil y pequeñita, que parecía que la sostenía mi empeño férreo por llegar viva y sana a tierra gringa. Ni decir que utilicé todas y cada una de las artimañas sobre la dichosa mesita y que funcionaron muy bien… ¡hasta que llegó la turbulencia!


Medio minuto que pareció una hora, medio minuto que me dio tiempo de intentar rezar y de sentirme una hipócrita por haber rezado..¡Bendita ambigüedad!

Y a son de unos cuantos aplausos tímidos, (el boricua es cosa aparte) pisamos suelo gringo y mis expectativas “vacacionales” encontraron suelo fértil donde crecer y echar raíz. Nos recibieron con amor, igual que siempre. En un hogar camaleónico, que fácilmente se confunde con el montón de casas que la rodean, la misma fachada y la misma pintura; pero una casa en la que apenas entras se convierte en un hogar cálido, dulce y tan boricua que hasta te olvidas de donde estas.

Después de los saludos, chismes, recorridos, regalitos, y cenita ligera de rigor, las aguas volvieron a su cause y medio volví a mi rutina nocturna…. Todos durmiendo de madrugada mientras yo navegaba la diabólica red.




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